Hielo negro

Un homenaje a la vida y a la muerte

El ciclo de la vida comienza y termina con la existencia de un gusano ciego. Así como la vida y la muerte, también el humor y el dolor están interconectados. Los cuatro intérpretes hechizan al público, y a bordo de la imaginación, el lenguaje y el ritmo nos van internando en un juego que es, en última instancia, cuestión de vida o muerte. Los cuerpos en escena son a veces humanos, a veces animales e incluso instrumentos, pero su presencia es tan poderosa que uno no se sorprende cuando hasta el propio escenario se convierte en actor.

Las cartas son el vehículo que nos transporta al pasado, pero sobre todo nos recuerdan a Luis, uno de los fundadores del grupo, quien falleció en 2021 antes de completar la obra. Así que también podemos comprenderlo como un homenaje cuando el grupo celebra la vida con el humor que lo caracterizaba y no le teme a la muerte, incluso cuando el mismo escenario o sus propios pájaros fantásticos vuelan alrededor de las cabezas de los intérpretes: todo deviene una danza de la vida.

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