Éxodo silencioso

Alrededor de Cuba se ha tejido un mito. Para muchos europeos, especialmente de izquierda, Cuba significaba el sueño revolucionario de Fidel Castro y el Che Guevara, quienes en 1958 derrocaron al dictador Fulgencio Batista que regía la isla con el apoyo y para los intereses de EEUU. Entonces empezó un experimento socialista cuyo mito se alimentaba del encanto “retro” de la vieja Habana con sus edificios coloniales desmoronándose al ritmo de su música legendaria, convertida en ícono por el filme “Buena Vista Social Club” del alemán Win Wenders.

Los autos clásicos oxidados, las manufacturas de habanos, la trova de Pablo Milanés, Silvio Rodríguez y Luis Eduardo Aute pintaban el paisaje de idealismo y nostalgia.

Cuba todavía evoca resistencia, autenticidad y la negación a adaptarse a un sistema considerado explotador. La Cuba mítica abarca también el arte: el poeta José Martí, maestro romántico de poemas ilimitadamente tiernos, murió heroicamente luchando por la libertad del yugo de la Colonia. Entre los clásicos de Cuba también tenemos a una poeta y dramaturga como Gertrudis Gómez de Avellaneda y Arteaga. Y en todo el mundo se leen las obras literarias de Severo Sarduy, Lezama Lima, Alejo Carpentier, Nicolás Guillén, Zoé Valdéz, Dulce María Loynaz, entre otros. Muchos artistas que apoyaron con entusiasmo la Revolución Cubana terminaron en conflicto con las nuevas autoridades, como es el caso de Guillermo Cabrera Infante o Reinaldo Arenas que sufrieron persecución y exilio. Y una nueva generación de dramaturgos salida principalmente del Instituto Superior de Arte como Nelda Castillo, Carlos Celdrán y Julio César Ramírez son representantes de un teatro cubano joven que borra los límites de género entre la danza, el performance y el teatro hablado.

Y sin embargo, para algunos, cubanos o no, el mito de Cuba se desvanece bajo la pobreza y las limitaciones. En los últimos tiempos la crisis económica de hecho se ha agudizado. Hay carestía de todo. Incluso la una vez floreciente industria azucarera que en los años 80 producía 7 millones de toneladas de azúcar se ha reducido, aplastada entre otras cosas por las nuevas sanciones estadounidenses, a solo 480.000 toneladas. Otros factores negativos son la tecnología totalmente anticuada, la falta de repuestos y los herbicidas.  

Aunque Cuba parece abrirse poco a poco políticamente –la nueva Constitución del 2019 permite la propiedad privada y, de forma limitada, la inversión extranjera–, una gran parte de los once millones de habitantes se ven afectados por la pobreza. El salario promedio mensual de un trabajador es el equivalente a 160 euros. Y aunque al gobierno cubano le gusta declarar que en Cuba no se pasa hambre, las largas colas ante las tiendas de comestibles y el éxodo masivo cuentan otra historia. Entre los miles que abandonan su tierra, están artistas y deportistas. Un ejemplo prominente sucedió durante los Juegos Panamericanos de noviembre de 2023 durante los cuales Cuba se llevó numerosas medallas pero perdió a cinco atletas de la selección nacional de hockey que decidieron quedarse en Chile.